Maltratar. Golpear. Humillar. Violar. Lastimar. Física y psíquicamente. Decapitar. Quemar. Apuñalar. Balear. Matar. Un hombre cavernario lleva en una mano un agarrote en ristre y con la otra arrastra de la cabellera a una mujer. No solo ha nacido de una costilla, también es la responsable de incitar a su compañero a comer la manzana maldita que los hará perder el paraíso y para alcanzarlo este deberá mantenerse a distancia. Sumisa. Obediente. Callada. Resignada. Pero también objeto. Un animalito de pelo largo e ideas cortas que debe servir a su hombre, cuya única misión es procrear y educar a la prole. Este sexo débil ha mantenido una lucha titánica a lo largo de los siglos para demostrar que nada tiene de laxo y tratar de alcanzar la igualdad en la sociedad.
La francesa Juana de Arco (1412-1431) llevó a la victoria al ejército real, y como recompensa, la quemaron en la hoguera acusada de herejía, cuando apenas calzaba 19 años. Pocas mujeres -seguramente hubo muchas- registra la historia -escrita por hombres- que se destacaron por su pelea por obtener sus derechos, que hicieron avanzar a sus países o que contribuyeron al desarrollo del arte, la ciencia y a la transformación del mundo.
En la última centuria, la mujer ha ganado varias batallas por alcanzar su dignidad y todavía le resta un áspero camino por recorrer. En lo que va del siglo 21, en el terreno científico dominado por los varones, nueve damas han obtenido el Premio Nobel en química, física, fisiología o medicina. Pocas son aún las damas que han alcanzado la primera magistratura de sus países, a causa de su postergación, pero piano piano si va lontano…
Poco carismática
Doctora en química cuántica, casada con un científico, oriunda de la Alemania Oriental, irrumpió en la política al pisar el medio siglo, de la mano de la democracia cristiana. En 2005 se convirtió en canciller. Aburrida y poco carismática para el gusto de unos, se fue consolidando en el poder y fue piloteando con acierto momentos críticos en la economía de su nación, haciéndola crecer, disminuyendo el desempleo.
Prudente, cerebral, analítica, en consecuencia, lenta para tomar decisiones importantes, su estilo la ha llevado a muchos aciertos y a escasos fracasos. Equivocarse y rectificar la senda, otra de sus características, lejos de menoscabar su popularidad, la ha incrementado. No priorizar su ideología o la posición partidaria ante un problema que afecta a todos, reconocer cuando la mayoría de sus connacionales está pidiendo un cambio y cambiar es otra de sus fortalezas; de igual modo, construir una política internacional que beneficie a su pueblo, aunque sus posiciones políticas le dicten lo contrario.
Celosa de su vida privada, amiga del diálogo, no de la confrontación, lejos de la política espectáculo, la canciller que lleva casi 16 años en su cargo y que ha declinado postularse nuevamente en octubre, se ha ganado no solo el respeto de los principales líderes del mundo, sino de los alemanes que ya están sintiendo el nido vacío. La mujer más influyente de los últimos tres lustros no ha seducido a sus votantes o a sus pares de la política por su aspecto exterior, sino por lo que es como persona, lo cual también le ha valido detractores.
“Este no es solo un día en el que miramos atrás para ver todo lo conseguido, sino un día en el que decimos que la lucha para la igualdad de las mujeres continúa”, dijo en una ocasión. Feminista, no de palabra, sino de acciones, Ángela Merkel ha mostrado que con inteligencia y talento ha podido conducir por el buen sendero el destino de la tierra de Beethoven y Goethe, pero también de Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin y Ana Frank.
El camino ascendente de una mujer admirable
1- Su llegada a la política: matar al padre
Durante sus primeros años en política, Angela Merkel estaba muy unida a Helmut Kohl, al que consideraba su mentor. De hecho, el que fuera canciller de Alemania entre 1982 y 1998 tenía un trato tan cercano con ella que la llamaba “mein Mädchen” (mi chica). Durante el Gobierno de Kohl, el primero democrático de la Alemania unificada, Merkel fue ministra de Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud (entre 1990-1993) y de Medio Ambiente y Seguridad Nuclear (1993-1998).
En 1998, una coalición de partidos liderada por los socialdemócratas de Gerhard Schröeder arrebatan el poder a la CDU y, al año siguiente, estalla un escándalo de financiación ilegal que salpica al propio Helmut Kohl y al presidente del partido, Wolfgang Schäuble. Se descubre, entonces, toda una trama de donaciones en negro que hunden la credibilidad del CDU. En 2000, el periódico Frankfurter Allgemeine publica un artículo de opinión de Merkel en el que expresa la necesidad de reflotar al partido conservador emancipándose de Kohl, su padre político. Fue una brillante jugada estratégica de Merkel. Schäuble dimite y ella asciende a la presidencia del partido. Desde ese momento, la relación entre Merkel y Kohl se resiente. El excanciller nunca llegó a perdonarle a su discípula lo que consideró una traición. En 2014, tres años antes de la muerte de Kohl, se filtraron a la prensa unas declaraciones en las que el ex dirigente aseguraba que, cuando la conoció, “la señora Merkel no sabía comer con cuchillo y tenedor”.
2- Una mujer en la cancillería
El 22 de noviembre de 2005, Merkel, de 51 años, se convierte en la primera mujer jefa de Gobierno de la historia de Alemania. Y lo consigue acercando posturas con sus contrincantes políticos. El CDU había ganado las elecciones, pero con un margen muy escaso: sólo le sacó un punto al partido socialdemócrata. ¿La solución? Fundar una gran coalición de gobierno con los dos partidos mayoritarios, aunque ideológicamente estuviesen en las antípodas. Merkel alcanzó la cancillería y los socialdemócratas consiguieron una importante representación en el nuevo Ejecutivo. De los cuatro mandatos de Merkel, en tres ha tenido a los socialdemócratas como socios de gobierno. Precisamente, una de las características más importantes del liderazgo de Merkel, según los analistas, es que ha sabido adaptarse a las circunstancias que cada momento requería.
3- El terror de los países del sur
La crisis económica que comenzó en 2008 tuvo una doble cara para el liderazgo de Merkel. La canciller impulsó una serie de ayudas económicas para los socios europeos, pero para acceder a ellas los países tenían que adoptar fuertes medidas de austeridad. Esto trajo las suspicacias de Portugal, España, Italia y Grecia, los más perjudicados por las exigencias de Merkel... pero, a la vez, impulsó el liderazgo de la canciller dentro de Alemania. Sus conciudadanos entendieron que Merkel estaba protegiendo la economía de los países que no eran capaces de llevar en orden sus cuentas.
4- La cara y la cruz de la crisis de los refugiados
En 2015, la presión migratoria sobre la Unión Europea se incrementó de forma alarmante, empujada por la guerra en Siria, Afganistán e Irak. Más de un millón de personas entró al continente y las imágenes de familias enteras hacinándose a las puertas de Europa dieron la vuelta al mundo. En aquella situación, Merkel decidió liderar la respuesta europea. Por un lado, pidió a sus compatriotas solidaridad para acoger a los cientos de miles de demandantes de asilo. Por otro, presionó a sus socios europeos para que acogieran cuotas de refugiados. La iniciativa de Merkel tuvo un doble efecto: algunos países de la Unión Europea, sobre todo el bloque del Este, se cerró a acoger refugiados, y su popularidad se desplomó entre sus compatriotas. Además, propició el ascenso del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania. Eso sí, Merkel se convirtió en persona del año para la revista Time. Algunos creen que la propia historia de Merkel, quien creció en la Alemania del Este, económicamente más atrasada que la parte Occidental, ha influido en la decisión de gestionar la crisis humanitaria. “He vivido mucho tiempo detrás de un muro. No es algo que quiero repetir”, ha dicho la canciller.
5- Una científica para la pandemia
Desde que estalló la crisis sanitaria por el coronavirus, en marzo de 2020, Merkel ha afianzado su popularidad dentro de Alemania. En abril, hasta un 90% de sus compatriotas aprobaba la gestión que estaba llevando a cabo la canciller alemana, hasta el punto de convertirse en uno de los países que mejor están gestionando la crisis del coronavirus, liderados por mujeres.